lunes, noviembre 27, 2006

All that jazz!

Hoy sería un día ideal para hablar de esos rostros que te acompañan hasta la vigilia, de esas palabras que todavía recuerdas, de ese añorar a quién apenas conoces.

También podría hablar de todo lo que es bueno y bello en este mundo...

Pero eso me llevaría a afirmar que todo es relativo y/o cultural y cosas así, y que todo tiene una base biológica.

Y prefiero mantener la magia. La fe en la magia.

Porque hoy también podría hablar de la maldad, de la mediocridad, de la envidia insana... De cómo dentro de la especie humana puede haber individuos tan dispares. De cómo dos personas que han compartido un entorno educacional y cultural pueden llegar a estar en extremos distintos de ciertos espectros éticos.

Así que prefiero no hablar de nada de ello.

Y, como guiño, ahí va la letra de una canción, What a Wonderful World, de Louis Amstrong:


"Veo los árboles verdes,
Rosas rojas también
Las veo florecer
Para tí y para mí
Y pienso para mis adentros
Qué mundo tan maravilloso
Veo el cielo azul
Y nubes blancas
El bendito brillo del día,
La sagrada oscuridad de la noche
Y pienso para mis adentros
Qué mundo tan maravilloso
Los colores del arcoiris
Tan bonitos en el cielo
Están también en las caras
De la gente que pasa
Veo amigos dándose la mano
Diciendo "qué tal estás"
En realidad están diciendo"te quiero"
Oigo a los bebés llorando,
Los veo crecer
Ellos aprenderán mucho más
De lo que yo nunca sabré
Y pienso para mis adentros
Qué mundo tan maravilloso
Sí, pienso para mis adentros
Qué mundo tan maravilloso"

sábado, noviembre 25, 2006

The times goes by

Ésta semana han muerto el director Robert Altman y el actor Philippe Noiret. No ha sido una buena semana para el 7º arte.

Siempre nos quedarán los recuerdos de los sentimientos que nos hicieron brotar al ver sus obras.

viernes, noviembre 24, 2006

Y esta es mía

Ésto lo escribí yo hace un tiempo:

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Pero el poeta está enamorado
(Pablo Neruda)


Mañana amanecerá muerto y lo sabe. Vendrán con cadenas, algún bate de béisbol y gasolina. Siempre llevan un par de botes de gasolina cuando salen de cacería. Tal vez tenga suerte y únicamente le abran la cabeza. Tal vez tenga suerte y no lo quemen vivo. Tal vez siquiera se esmeren en una buena paliza y todo sea rápido. No usarán las pistolas de sus papis, claro. En este barrio la policía viene demasiado pronto.

Mañana amanecerá muerto y lo sabe. No irá nadie a su entierro, no sabe si lo enterrarán. No habrá manifestaciones espontáneas ampliamente anunciadas de tolerantes ciudadanos, de esos que con las manos pintadas de blanco exigirán a los ineptos gobiernos, los que ellos mismos eligen, pena de muerte para los imbéciles que consideran, todavía, que pegarle un tiro en la nuca a un idiota que ha hecho de lamerle el rabo a los poderosos su forma de vida cambiará la conciencia, la falsa conciencia, que dijo el filósofo, de tanto patrioterismo de pandereta. No habrá minutos de silencio en las instituciones, ni paros en las fábricas.

Mañana amanecerá muerto y no habrá infinitas colas para ver su cadáver, para ver su tumba, porque apenas nada quedará de su cadáver, porque no sabe si tendrá tumba, porque aunque existe, sabe que existe, a nadie importa su existencia más que un fútil estremecimiento en la conciencia de quien, por algun absurdo error genético, la posea y se atreva, o al igual por otro error, cruce con él un breve instante la mirada. Ni siquiera aquellos que lo verán morir, aquellos que están al otro lado de la cámara de seguridad vigilando que nadie robe en el cajero, que nadie ataque al cajero, irán mañana a su entierro. Tampoco llamarán a nadie, no harán nada por pararlo. No lo hicieron cuando fueron a por Adisa y no lo harán ahora.

Adisa, profesor en un país africano, que tuvo que huir de su hogar por culpa de una guerra que continuaba, que continúa, pese a no ser ya noticia. Adisa, que huyó de que le abrieran la cabeza a machetazos para que se la abrieran a patadas, que nunca molestó a nadie repartiendo publicidad en la salida del metro. Adisa, que prefirió vivir en la calle para mandar más dinero a su familia y así traerlos a esta falsa tierra de promisión donde lo miraban por su color, con odio por no haber nacido en la ínfima minoría del mundo desarrollado, o con lástima por falsos amigos que intentaban autojustificar su pretendida multiculturalidad luciendo a su lado como mascota a un extranjero. Adisa, que salió de su vida con el cráneo partido, su sangre tan roja como todas, mientras a todo un continente de distancia, a solo un estrecho de distancia, una mujer y una niña todavía miran ansiosas el teléfono, el correo, esperando una llamada, una carta.

Adisi, que tantas veces le recomendó que dejase esa vida, que él podría ser algo, que tenía estudios, que tenía una familia. A veces lo tuvo en cuenta. A veces soñó que volvía al mundo, que no le costaba en absoluto, y buscaba el amor y lo encontraba, y compraba un pisito y lo llenaba de niños y envejecía viéndolos crecer y moría en la cama, cogido de la mano de su amor eterno, de su amor verdadero, dedicándole sus últimas palabras.

Mañana estará muerto y no habrá palabras. Gritos, tal vez insultos, pero no palabras. Ni siquiera del presentador televisivo que saca tanto dinero cada noche, de la señora de la limpieza cuya llegada le avisa de la hora de marcharse. Nadie lo echará de menos en la esquina donde se sentaba desde hace ya tanto tiempo, donde miraba a la cara de la gente para ver si lo miraban, para recordar a los que paseaban ufanos con sus bolsas de grandes almacenes que tenían las manos manchadas con la sangre del niño que había confeccionado aquella prenda tan bonita, y tan barata, encerrado catorce horas en una fábrica, a quienes lucían traje y estilo que con la dignidad no se podía negociar, a quienes aparentaban querer cambiar el mundo que empezasen por él, que le dieran existencia a uno de los excluidos a los que cantaban tan solo con una mirada. Pero todos agachaban la vista y aceleraban el paso. Algunos le daban una moneda, suficiente para él, pero nunca, nunca una sonrisa, nunca una mirada.

Mañana estará muerto, pero no va a huir. Vendrán los nuevos cachorros de unos viejos tiempos que han vuelto, aunque ellos no lo sepan, y lo matarán, y sabe que no puede ofrecer mucha resistencia, que la resistencia alargaría su agonía y siempre temió mucho a la muerte. Vendrán con la cara cubierta pero él reconocerá voces y los llamará por su nombre, y ellos se pondrán nerviosos y tal vez golpearán más fuerte y acabarán antes y el morirá viendo manar su propia sangre, con la certeza de que su vida no ha servido para nada, de que sus asesinos vivirán impunes porque el mundo siempre mirará a otro sitio, su sitio soñado, hasta que a ese sitio también se extienda la miseria, y entonces soñarán otro, y después otro, o lo comprarán ya soñado, mucho más rápido, mucho más fácil, por el insignificante precio de su esencia, de su alma.

jueves, noviembre 23, 2006

Un plagio

Vale, es una copia, pero es que me encanta:

CORAZÓN CORAZA
Porque te tengo y no
porque te pienso
porque la noche está de ojos abiertos
porque la noche pasa y digo amor
porque has venido a recoger tu imagen
y eres mejor que todas tus imágenes
porque eres linda desde el pie hasta el alma
porque eres buena desde el alma a mí
porque te escondes dulce en el orgullo
pequeña y dulce
corazón coraza

porque eres mía
porque no eres mía
porque te miro y muero
y peor que muero
si no te miro amor
si no te miro
porque tú siempre existes dondequiera
pero existes mejor donde te quiero
porque tu boca es sangre
y tienes frío
tengo que amarte amor
tengo que amarte
aunque esta herida duela como dos
aunque te busque y no te encuentre
y aunque la noche pase y yo te tenga
y no.

Mario Benedetti

miércoles, noviembre 22, 2006

Otra vez

Otra vez, otro blog... Y van... Achacable a la desidia, no a la pereza. Y éste, casi un compromiso.
El espacio en blanco ante mí, ansioso de palabras y yo preguntándome acerca del por qué empezar a teclear, del qué decir, de si es tan necesario tener siempre algo que decir y si refugiarse en el silencio no es una opción.

Es que mis amigos tienen uno. Muy maduro.

Pero una buena excusa. Así no pierdo el tiempo jugando con el pc, o leyendo novelas que no aportarán mucho a mi cultura, o durmiendo... ("no es vida muy trascendente, pero es la que me ha tocao").

Cada uno desperdicia su vida como quiere, engañándose con la religión que tenga más a mano, llámese cristianismo, liberalismo o "sé-tú-mismo", una de las más extendidas actualmente.

No venía a cuento, es cierto. Queda bonito y llena espacio. Tal vez todo sea eso, rellenar espacios. Rellenarnos ante la nada que nos rodea, ante el cúmulo de sensaciones y emociones, unas falsas, otras, dramáticamente ciertas, que nos invade, ante su caducidad o el temor de su caducidad... Porque algún día, todo ésto se acaba. Algún día no podremos escribir en nuestro blog, no podremos besar a nuestros seres queridos, no podremos quejarnos de un dolor de muelas. Algún día, todos y cada uno de nosotros estará muerto. Podemos mirar hacia otro lado, podemos intentar no pensar en ello, pero eso no lo evita. Podemos pretender disfrutar del camino, pero eso no lo evita.

Todo es efímero, y tal vez hacer un blog sea buscar un trozo de eternidad... Hasta que se pase de moda o algo así.