Pues sí, únicamente era un día raro... uno de esos días en que el alma, por cualquier cosa, no llega a arrancar del todo, en que toda esa felicidad que debería sentir se ha quedado cinco minutos más en la cama y has tenido que salir sin ella, en que la sonrisa cuesta y no sabes por qué, y tienes una lágrima, inútil, amenazante en los ojos.
Pero un abrazo, a veces sólo una sonrisa o una mirada, bastan, y uno explota de la alegría de que toda esa tristeza no fuera cierta.
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