martes, mayo 01, 2007

Jamás duró una flor dos primaveras

Y esta cara de idiota.
Uno siempre preguntándose dónde coño se esconde la felicidad, dónde deja de doler el alma, dónde la vida es otra vez vida y no ese simulacro de amanecer cada día.

Y de repente una ráfaga. Un aliento, un suspiro, un eco.
Y de repente una tregua.

Y esta cara de idiota.
Pero es una tregua. Una rágaga, un aliento, un suspiro, un eco.

Y uno se pregunta por qué dejó arder la casa de la felicidad, por qué la herida del alma es ahora más virulenta, cómo era aquella vida que era vida.

Con esta cara de idiota.

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