miércoles, febrero 13, 2008

Osaka

En este tiempo constreñido que estoy pasando, con mil y un pensamientos empujándose, ha acudido a mi recuerdo este poema de Bécquer:

LXI

Al ver mis horas de fiebre
e insomnio lentas pasar,
a la orilla de mi lecho,
¿quién se sentará?
Cuando la trémula mano tienda
próximo a expirar
buscando una mano amiga,
¿quién la estrechará?
Cuando la muerte vidríe
de mis ojos el cristal,
mis párpados aún abiertos,
¿quién los cerrará?
Cuando la campana suene
(si suena en mi funeral),
una oración al oírla,
¿quién murmurará?
Cuando mis pálidos restos
oprima la tierra ya,
sobre la olvidada fosa.
¿quién vendar a llorar?
¿Quién en fin al otro día,
cuando el sol vuelva a brillar,
de que pasé por el mundo,
¿quién se acordará?
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¡Que no se diga que no soy optimista!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que no se diga, que no se diga.

Un beso!!