sábado, enero 10, 2009

Noches de alba

Despierta, tiemblo al mirarte;
Dormida, me atrevo a verte;
por eso, alma de mi alma,
yo velo mientras tú duermes.

Despierta ríes, y al reir, tus labios
inquietos me parecen
relámpagos de grana que serpean
sobre un cielo de nieve.

Dormida, los extemos de tu boca
pliega sonrisa leve,
suave como el rastro luminoso
que deja un solo que muere...
¡Duerme!
(...)
Dormida, en el murmullo de tu aliento
acompasado y tenue
escucho yo un poema que mi alma
enamirada entiende...
¡Duerme!

Sobre el corazón la mano
he puesto porque no suene
su latido, y de la noche
turbe la calma solemne.
De tu balcón las persianas
cerré ya, porque no entre
el resplandor enojoso
de la aurora, y te despierte...
¡Duerme!


G. A. Bécquer


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