Sin ruido de cristales rotos. Sin ruinas. Como la brisa, simplemente, recogiendo arena, llevándosela, amontonándola... Lejos... Tan lejos...
Y, con los dedos extendidos, separados, como sin saber, ahí enmedio, la cabeza hacia atrás, la respiración queda, pensando, recordando, proyectando.
Una sombra.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario