Y era posible ser desde el pie hasta el alma, y ser desde el alma a mi... Y que la noche me atrape siempre de ojos abiertos y vea la imagen mejor que todas las imágenes. Y claro, morir y peor que morir.
Pero hacer convivir el alma con el solsticio de invierno viene con sus tres sombras, y, a veces, alguna me cruza la mirada, y me recuerda, me enseña, me avisa. Pero es una sombra nada más, casi cine de ese que no y al final si.
Pero el frío existe dondequiera, y la sangre es tan tan suave, que ya sabes.
Que no hay nada, nada, de dolor.
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