lunes, julio 21, 2008

Efecto 2000 (opening)

26-2-2000

Estoy empezando a hartarme de Mari Piji. No sé cómo se llama, probablemente un nombre compuesto, de esos impronunciables, Paula Loyola o algo así, pero la bautizo Mari Piji por los poderes que me otorga mi vasto conocimiento de la lengua. Tendrá unos quince o dieciséis años, pelo rubio, ojos azules, piel lechosa y sonrisa angelical. Y su cuerpo perfectamente delgado parece mucho más adulto de lo que realmente es. Y, probablemente, su inteligencia mucho más infantil de lo que realmente aparenta, que bien poco es.

Aunque supongo que es parte del trabajo. Gajes del oficio, es la expresión popular. Anda que tocarme a mí la zona rica... Si le hubiera tocado a uno de mis compañeros de trabajo, militante de no sé qué sindicato anarco-no-se-qué, seguramente se dedicaría a poner bombas en vez de barrer. Yo creía que iba a estar tranquilo, porque los ricos o nunca están en casa o nunca salen, y cuando lo hacen lo hacen en cochazos. Pero están Mari Piji y sus amigas. ¿ Es que no van a clase o qué? Se juntan en los bancos que hay junto a la avenida y venga comer pipas. Y a hablar. No sé qué tienen nuevo para contarse, porque están todo el rato juntas. Y hala, llega el barrendero a recoger las cáscaras ( yo las dejaría porque son biodegradables, pero si no las barro...) y casi todas se apartan amablemente para facilitarme el trabajo. Casi todas menos Mari Piji, que no solo no se mueve sino que encima me insulta. No directamente, no a mí, claro. Supongo que piensa que no la oigo. “ Ya está aquí el plasta ése” “ Pues yo no me muevo, que se joda” “ Que curre, que para eso le pagan” . Y lo peor “ Que hubiera estudiado”. Que hubiera estudiado... Pasé cinco años de mi vida para sacar una maldita carrera... No hice el doctorado por que no quise... ¿ Se creerá que sabe algo por haber terminado el colegio? Algún día saldrán oposiciones para profesor de literatura y me vengaré... ¡Ja, ja, ja....!

¡Pardiez, que dulce venganza hallarla un día sentada en clase! La trataría con mucho respeto y deferencia, y no aprobaría ninguno de sus exámenes. Vendría a suplicarme y yo me mostraría intransigente. Completamente intransigente... Y vendrían sus padres, y hablarían conmigo, y yo me reafirmaría y les explicaría como es su hija en realidad y entonces ellos... Ellos comprarían el colegio y me echarían, seguro.

Por cierto, en vez de pardiez tengo que escribir cojones, que luego mis amigos dicen que no se me entiende. Bueno, estoy licenciado en filología, se supone que tengo un vocabulario y tendré que gastarlo en algún sitio, por que lo que es en el trabajo... Y,¡ que diantre!, éste es mi diario, ¿a quién se le va a ocurrir leerlo?

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