martes, julio 22, 2008

Efecto 2000 (y II)

27-2-2000

Una por una. Puedo recordar las palabras una por una. Uno acaba exhausto el trabajo y aún así anhelante de estar con ella. Come con ansiedad, como si el tiempo se le acabara. Se ducha, se afeita (cuesta acostumbrarse a ducharse y afeitarse todos los días, pero la causa lo merece), y llama por teléfono.

- ¿ Dígame?- Me acaricia su voz al otro lado del teléfono.
- Hola, soy yo.- Titubeo.
- ¿ Estás seguro?- Pregunta ella, juguetona.

Y nos enzarzamos en una discusión ilógica acerca de la ontología, de la esencia y la apariencia, el ser y el devenir, los mundos posibles... para concluir siempre que el mejor de los mundos posibles es el otro, que realmente no nos merecemos la fortuna de haber encontrado una persona tan especial, que nuestra vida empezó verdaderamente el día que nos conocimos. También nos contamos la mañana y quedamos para vernos.

Como hoy. Hemos quedado donde siempre, un parquecito que calculamos estaba igual de cerca, o de lejos, de casa de ambos. He llegado un poquito antes, como siempre. Nunca me ha gustado que me esperen. Y mucho menos ella. La he visto deslizarse suavemente hacia mí, perfecta en su belleza, y no sé cómo he podido soportar no echar a correr para abrazarla. Prejuicios sociales, supongo. O la conciencia de no vivir en una película. Nos hemos cogido por la cintura, nos hemos besado, nos hemos mirado, nos hemos vuelto a besar, nos hemos abrazado. Era demasiado bonito.

- ¿ Cómo estás?- Me ha preguntado su voz suave.
- Ahora, vivo. - He contestado mientras la estrechaba.
- Te echaba de menos, - ha susurrado- desde que he despertado que no te veía.

Demasiado bonito. Yo también había soñado con ella, pero ha sido uno de esos sueños que no se cuentan. A los amigos tal vez, no a ella, y sobre todo, no en momentos como estos. Hemos seguido hablando hasta que la realidad se nos ha vuelto a echar encima. Hablando de nuestras cosas, dejando que el tiempo girara, sin rozarnos, alrededor de nosotros. Hasta que un caniche ha confundido mi pierna con su pareja. Hemos reído, hemos disculpado al sonrojado propietario... Y hemos preferido irnos.

Pese a ser febrero, apetecía helado. Ella pidió vainilla y yo chocolate, para variar. Mejor para mi dentista. Nos sentamos uno frentre a otro. Y sucedió. Supongo que tenía que suceder, que era inevitable, que si no hubiera sido hoy habría sido mañana, o pasado, o al otro. O no habría pasado nunca y yo habría mantenido enquistada la espina y mi resentimiento habría salido por otro lado y la habría golpeado hasta la muerte por no haberme preparado la carne poco hecha o algo así. Pero sucedió. Sucedió esta tarde, uno frente al otro.

- ¿ Sabes algo de las oposiciones?- Me ha preguntado, como siempre. Y, como siempre, he contestado que no.
- Pero ¿tú buscas bien?- Su cara reflejaba inocencia. Eso pienso ahora. Entonces sólo vi cinismo.
- ¿Cómo?¿ Puedes repetírmelo? Es que creo que no te he entendido.
- Que si buscas bien. Ya sabes como está el tema. Igual salen y ni te enteras.- Me ha susurrado su voz dulcísima.
- Se trata de mi futuro, ¿no piensas que puede que me interese informarme bien?- He contestado con mi mejor sonrisa, mientras intentaba calmar la tormenta que me subía estómago arriba. Debo haber fallado en alguna parte del proceso, porque ella me ha dicho que no la mirara así, que no era para tanto, que había sido un simple comentario.
- ¿ Un simple comentario?- he vomitado- ¿ y no podrías hablar del tiempo como todo el mundo? ¿ O criticar al gobierno o incluso... - Me he atrevido a insinuar, amenazándola con un dedo- incluso de fútbol?

Me he quedado mirando el dedo como un estúpido, intentando tragar todo lo que había dicho. No me ha dado la oportunidad. Ese carácter impulsivo que tanto me gustaba de ella se ha vuelto contra mí: Se ha levantado y se ha ido, dejándome con mi estúpido y continuo resentimiento. Y encima se me ha derretido el helado. Tenía chocolate hasta en el carnet de identidad. Espero que se limpie bien.

He vuelto al piso y me he encerrado en mi cuarto. Menos mal que mis compañeros no han llegado todavía.

No hay comentarios: