Siempre acabo
quemando las naves.
No de repente,
no como antes,
pero siempre acabo
quemando las naves.
Un día es una vela,
otro es un mástil
y un día cualquiera
las anclas se hunden,
los timones arden
sin darme cuenta
que prendí la nave
y un día regreso
añorando mi tierra
y sólo encuentro
océano...
océano...
eterno océano.
Y entonces recuerdo
que siempre acabo
quemando las naves.
No cómo siempre,
no cómo antes,
pero siempre acabo
quemando las naves.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario